Esta noche leía un twitt de @jjbrotons: «Tengo que decir que cuando te acostumbras a vivir debajo del paraguas de la SER, no eres consciente que hay vida fuera, pero es otra vida» … que me ha inducido a escribir este post.

Trabajar en una gran empresa es una gran suerte, doy fe de ello.

Foto de Paco Guerrero

Mientras perteneces a la misma no eres consciente de la importancia que tiene cada detalle. Todo esta programado.

Un gran edificio, tus tarjetas de visita, tu despacho, tus gastos, tus viajes, tu nómina a final de mes y además reconocimiento y prestigio social. No te parece nada extraño es lo normal para ti, tu vida ha sido siempre así, casi desde que empezaste en el mundo laboral.

Cuando llamas a otra empresa, reservas habitación en un hotel o mesa en un restaurante con tu apellido (el de tu empresa claro está) todo son facilidades, entras por la puerta grande. Si además has conseguido ocupar un puesto de responsabilidad dentro de la compañía, las cosas son aun más sencillas os lo garantizo.

Hay empresas que te dan prestigio personal, pero no nos equivoquemos somos mientras estamos y para que esas puertas sigan abiertas posteriormente eres tú como persona el que tienes que conseguir que se te abran sin «estar bajo el paraguas».

Pero mientras trabajamos en ese entorno de directivo de gran empresa, no somos conscientes de que ahí fuera hay otro mundo y además muy diferente. Es un mundo complicado, donde las cosas  sencillas no existen y abrir puertas se convierte en una ardua  tarea. Llegar a fin de mes puede llegar a ser, en algunos casos,  un verdadero quebradero de cabeza y son muchos los que intentan una y otra vez asomar la cabeza sin apenas conseguirlo.

Un apellido poco reconocido (me refiero al de la empresa) nos filtra en el teléfono de la assistant de la secretaria del adjunto al adjunto de la persona con la que queremos contactar. Muchas veces llegar a ellos se convierte en una pesadilla que termina por desesperar a cualquiera y dejar a un lado el propósito,  acudiendo a otra puerta que nos parezca más amigable.

¿Pero somos conscientes  que nuestro apellido empresarial es el que tiene valor en si mismo? Creo que muchos trabajadores de estas empresas están equivocados, o quizás un poco ciegos y la borrachera de poder o del puesto les impide comportarse como seres humanos. tendrán que aprender que «hoy eres porque estás, pero mañana dejarás de serlo, si ante todo no eres persona».

Lo más importante al salir del paraguas es saber enfrentarse a ese otro mundo. Si lo has hecho bien, si no te has creído «el rey del mambo» mientras ejercías tu «poder», la salida a ese otro mundo es menos complicada. La misma assistant de la secretaria del adjunto del adjunto al Director General, te abrirá la puerta con paso firme para llegar a tu destino sin mayor problema. Alguno hay que se descabalgará cierto es, porque ya no eres lo que fuiste, tu tarjeta ya no tiene poder, pero gracias a Dios son los menos, ya les llegará su momento, no hay que desesperar.

Hacer una cura de humildad es sanisimo, vuelves a poner los pies en el suelo, valoras las cosas en otra medida y terminas por ser consciente de la realidad.

Solo unos privilegiados hemos tenido la oportunidad de vivir esas sensaciones, pero nos aguardan otras, sumamente enriquecedoras, que te hacen crecer como persona.

Eres tú mismo, con tus propios apellidos y sin paraguas que te ampare, el que triunfa y se posiciona, porque el mundo es muy grande y lo importante eres tú, ese es el gran valor que las empresas deberían retener, ese es el verdadero talento.

Por tanto amigo Jose Joaquin estamos de acuerdo en tu afirmación, debemos ser conscientes de lo que hay fuera y saber aprovecharlo,  hay un mundo lleno de oportunidades esperándonos para que seamos …..  Triunfadores sin paraguas

Actualización mayo 2017

Este post lo escribí en 2010, hasta entonces había trabajado en importantes empresas y poco después decidí convertirme en emprendedora. Hoy 7 años después corroboro cada una de las palabras de este artículo. Se puede triunfar sin estar bajo un paraguas, siendo tu mismo,  con apellido propio. Solo hay que proponérselo y trabajar duro para conseguirlo.

  • ¡Tal cual! Quienes nos hemos relacionado muchos (o muchísimos) años con la apariencia y poder que nos daba la prestigiosa empresa para la que trabajábamos y ya hemos dejado la representación para cambiar de obra dramática sabemos bien de lo que hoy nos hablas Fátima.
    Diría que no debería ser mayor problema si mientras dura la representación del personaje público no confundimos la escenificación del personaje de la obra con con nuestra persona. Es desde luego mucho mas fácil decirlo que llevarlo a la práctica. Sobre todo cuando el personaje representado tiene asignado algún protagonismo social y, por tanto, goza de atención y mimo de los demás.
    Aun no confundiendo (¡gran proeza!) personaje y persona hay que afrontar que la situación nueva carece de las facilidades y prebendas materiales que la representación supone.
    Pero lo definitivo es el impacto moral, espiritual: ¡lo mismo me llegué a creer un ser socialmente relevante! Peligroso asunto ya que alcanzar relevancia social desde estrictos méritos personales es enormemente difícil. Tan difícil que exige preparación, esfuerzo, rigor, ánimo de aportar, deseo de compartir, atención humilde a los decires y haceres de los demás, aprendizaje constante y enorme espíritu crítico con uno mismo. ¡Casi nada! Y, como muchas de esas (y otras muchas condiciones) carecen hoy de apoyo e impulso social, es preciso redoblar un esfuerzo personal en su constante búsqueda.
    En todo caso, el reconocimiento social a nuestra persona será un regalo improbable y magnífico. Pero aseguremos al menos nuestra conciencia de cumplir con la categoría que nos corresponde: ser humanos. …y, ¡sin paraguas!

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