Internet llegó y trastocó la independencia de la prensa.
Si hay algo que nos tiene locos a los españoles de cualquier ideología, es saber qué está pasando con la prensa, los bulos y la libertad de expresión.
Desde mi punto de vista, la prensa escrita de toda la vida en papel, petó con Internet y la información hoy es otra cosa.
Pero analicemos un poco la historia reciente de la prensa diaria, porque descubriremos qué ha ocurrido y hacia dónde nos están llevado.
Desde los 80 hasta principios del 2.000 el problema de la prensa era que no cabía la publicidad.
Recuerdo algunos domingos tener que imprimir dos suplementos de empleo porque en 128 páginas no cabían todas las ofertas de trabajo.
Los lunes tocaba pedir disculpas a los anunciantes que se habían quedado fuera del periódico por falta de espacio.
Llegamos a hacer una Feria de Empleo, donde miles de jóvenes, demandantes de empleo, hacían cola rodeando el Palacio de Congresos de la Castellana en Madrid, ante el gran número de puestos de trabajo que grandes empresas ofertaban en su interior.
Tal fue el éxito de la primera edición que lo repetimos 3 años consecutivos, pero cambiando la cita a IFEMA porque la Feria creció de forma exponencial y casi morimos de éxito. Corrían buenos tiempos para la búsqueda de talento y encontrar un empleo bien remunerado.
El precio de un periódico en papel era de 1€ diario, excepto los domingos que venía cargado de suplementos, casi había que ir con el carro de la compra si querías adquirir y transportar dos o tres cabeceras, más fascículos y colecciones.
En el periódico comenzamos a añadir más suplementos a diario: vivienda, ocio, salud, cultura, por zonas, guías, especiales…
Después empezaron los coleccionables, los regalos si completabas las cartillas.
Recuerdo la campaña de lanzamiento de la Razón: “nosotros vendemos información no paellas, por eso no tendremos regalos ni cartillas”. Pero una cosa fue la intención de este medio y otra la realidad: terminaron regalando cajas con desayunos de Mallorca y cartillas para conseguir todo tipo de utensilios, como todos.
Y sí, llegó Internet y los periódicos tradicionales no supieron reaccionar a tiempo.
La publicidad en Internet se regalaba dentro de la campaña de prensa que, hasta entonces, facturaba millones de pesetas, luego millones de euros al año.
Los anuncios por palabras empezaron a emigrar a Internet: prostitución, ventas de segunda mano, financieros… algo a lo que no se le daba mucha importancia desde la dirección del periódico, pero con lo que se facturaban millones de euros. Del mismo modo, las esquelas, otra fuente de importantes ingresos, que poco a poco dejaron de llenar páginas y páginas, para verse reducidas a la mínima expresión.
Los blogs se multiplicaban y la prensa replicó en Internet el esquema y la maqueta de papel.
Pero no lo entendieron: Internet era otra cosa.
El Mundo tomó la delantera y arrastró a El País, al ABC y al resto de la prensa a cambiar el chip… tarde.
Los anunciantes se negaron a pagar las tarifas de los espacios publicitarios en Internet porque hasta ahora habían sido gratis y «si antes me lo regalabas, ahora no lo pago porque no tiene valor».
Seguimos: Al albur de Internet nacieron los diarios digitales que, con poco presupuesto y poco personal (comparativamente con lo que cuesta un periódico tradicional: el papel, plantillas enormes, rotativas propias, edificios mastodónticos), sacaban sus publicaciones adelante y había que repartir el poco pastel digital con los nuevos medios.
Como consecuencia llegó la reducción drástica de los ingresos por ventas y publicidad, si vendes menos tienes menos publicidad, así que reduces la paginación y eliminas suplementos.
La crisis de 2007 provocó que cayera en picado el empleo, adiós a los ingresos locos de los suplementos de trabajo.
Los ecos del boom inmobiliario pasaron factura y adiós al suplemento de vivienda.
El lector empezó a ver que su periódico era cada vez más flacucho y le compensaba más informarse gratis en Internet.
No olvidemos que la prensa vivía de la venta del diario en papel y de la publicidad por tanto, ante la caída de ingresos, llegaron los ERES y los despidos, cambiaron a profesionales con amplia experiencia por becarios, las rotativas desaparecieron de las sedes de los periódicos, se vendieron o alquilaron parte de los edificios que albergaban a los que habían sido los grandes medios publicados en papel.
Y de forma muy resumida, llegamos a los muros de pago.
¿Quién va a pagar por leer información que otros medios te dan gratis? : Empresas y profesionales.
El lector se lo piensa dos veces porque la economía no está para tirar cohetes.
Adiós a las plumas que eran la bandera de los medios. Unos fallecieron, otros cayeron en el olvido y otros muchos se fueron cambiando de medio o lanzaron sus propias cabeceras.
Y aquí es donde los medios necesitan auxilio, inyecciones de dinero de empresas y gobiernos. Pero ¿a cambio de qué?
Todos los medios siempre tuvieron acuerdos publicitarios con empresas y gobiernos de: “esto no lo publiques” “me interesa que se hable de esto otro”. Unos ingresos muy interesantes, pero que representaban solo una pequeña parte para sumar a la cuenta de resultados, donde el grueso de los ingresos provenían de las ventas en kiosko, más el resto de ingresos publicitarios.
Ahora falla la venta, porque el papel se ha ido con los años despidiendo de sus ventas e ingresos gloriosos y lo curiosos es que nos llegan ofertas de suscripción a diarios de prestigio en digital por 1€ al mes ¡Qué desesperación! o ¡qué buena campaña de marketing! porque muchos suscriptores a 1€ al mes es más que pocos a 12€.
Y sí, hemos llegado a ese resultado que a los lectores no nos gusta: dime quién te paga y te mantiene y te diré a quién defiendes y lo que publicas.
¿Internet mató la independencia de la prensa? La independencia total de la prensa nunca ha existido, porque todos tenían una línea editorial clara, pero ahora la independencia de los diarios es mucho más complicada porque no sólo está en juego el poder, sino la supervivencia misma del medio.
Y si a esto le añadimos que la tecnología ya está presente en la vida de todas las personas, cada ciudadano tiene un ordenador (o varios), conectado a Internet y en su mano un smartphone, que le hace sentirse «periodista ciudadano», apaga y vámonos. Una cosa es informar de un evento que estás viviendo en directo -que de hecho cuando surgen noticias de un usuario de redes, los medios acuden como moscas a pedirle que les dejen reproducir su foto/vídeo en informativos y programas- y otra muy diferente que cualquiera comparta noticias, vídeos, imágenes sin contrastar, lo que cada día es más habitual y curiosamente siempre girando la información que comparten sobre lo que favorece a la secta de la que se sientan parte.
Cómo estaremos que Europa tenga que dictar leyes al respecto: La ley europea para aportar transparencia e independencia a la prensa entra en vigor
Si ahora además le añadimos que los gobiernos amenazan con querer controlar la información, cortar por lo sano y decidir qué medio, o qué noticia se puede o no publicar, aunque esté contrastada, lo que está en peligro no es la independencia de los medios, sino la libertad de prensa.
Triste para los ciudadanos, pero real como la vida misma.