(Prólogo que escribí para el libro de Rafael Bordes)
Nadie sabe dónde desembocará el fenómeno de las Redes Sociales, ni podemos asegurar si dentro de unos años continuaremos utilizando las plataformas hoy existentes, o habremos cambiado por completo la forma de comunicarnos, pero si algo nos van a dejar sin duda las redes, es conocernos mucho mejor a nosotros mismos y nuestras capacidades y conservar a determinadas personas que hemos tenido la suerte de cruzarnos por el camino porque, algunas de ellas, al menos desde el comienzo de mi experiencia, no han dejado de sorprenderme.
En estos últimos años todos hemos evolucionado tan deprisa que casi da vértigo pensarlo.
Ahora somos capaces de compartir nuestro conocimiento, de ayudar a quien lo necesita, de incluir en nuestras vidas la rutina del aprendizaje diario, de enfrentarnos a aulas y escenarios, dentro y fuera de nuestro país, llenos de personas que confían en nosotros.
Somos capaces de realizar tareas antes impensables, de ponernos un neopreno y bajar al fondo del mar en aguas de Calpe, cuando antes no se nos hubiera pasado por la cabeza semejante proeza, navegar por el río Júcar en piragua, subirnos a un sigway en Tarragona, cruzar medio océano en motos de agua y lanchas a la velocidad del rayo en Jávea, volver a subir a un avión después de los años para recorrer Mallorca, o uniformarnos para aprender de una vez por todas a jugar al golf.
Todas y cada una de las experiencias que vivimos cada día nos marcan.
Quizás nuestra generación había vivido muy tranquila, trabajando mucho y muchas horas sí, pero sin complicarse demasiado la vida. Si algo nos daba miedo lo evitábamos y se acabó el problema. Sabíamos lo que teníamos entre manos y llegó un momento donde estábamos acomodados en el papel que nos había tocado interpretar.
Pero la vida, de vez en cuando te zarandea y toca dar un paso adelante, enfrentándote a los demonios que cada uno llevamos dentro, mostrando el camino, a quien de verdad lo quiere ver, con flechas que te animan a seguir hacia delante.
Sin miedo me enfrenté a lo desconocido y al cruzar al otro lado encontré la magia.
Mucho hemos cambiado, mucho han cambiado nuestras vidas y mucho hemos aprendido en esta travesía.
Muchas gracias @rbordes por tu generosidad, por hacerme parte de tu libro a través de este prólogo, por ser tan buena gente, por tus ganas de compartir y por ser una de esas personas que encontré en el nuevo camino, de las que se entregan a los demás sin pedir nada a cambio.