Siempre que termina la Navidad me encuentro con sentimientos encontrados.

Por un lado el sentimiento es de alegría. Han sido días de disfrutar de la familia, de los amigos, de tiempo para mi misma, que suele ser bastante escaso.

He disfrutado de la red y no es que no disfrute a diario, es simplemente que las horas invertidas han sido distendidas, aparcando el trabajo por unos días.

He retomado contactos con amigos 1.0 de siempre, de Twitter o Facebook con los que hacía meses no hablaba, esa es la magia de la Navidad y de la amistad, porque un amigo es aquel que aunque no le veas a menudo, cuando te reencuentras es cómo si el tiempo no hubiera pasado.

He paseado por Madrid, disfrutando a cada paso de lugares que hacía tiempo no visitaba y descubriendo lugares que,  aún llevando toda la vida viviendo aquí no conocía.

con fuerzas renovadas

Pero también este periodo te hace recordar a aquellas personas que ya no están, comprobar lo deprisa que pasa la vida, cómo tus hijos se han hecho mayores…

Ayer mientras veíamos la Cabalgata, recordábamos juntos aquellas mañanas de Reyes cuando saltaban con sus diminutos pies delcalzos en pijama, se abalanzaban en nuestra cama y nos animaban a levantarnos, con esa emoción que solo sienten los más pequeños, pero que son capaces de transmitir a los adultos.

El pasillo parecía inmenso,  inundado de flechas y dibujos que su padre dejaba como señales del paso de los Reyes, decenas de globos esparcidos por la casa y caramelos de lo más divertidos,  saliendo de los calcetines de la chimenea.

Un plato de carbón de caramelo siempre adornaba los enormes paquetes con regalos, para que nunca olvidaran que había que portarse bien el resto del año.

Sus caritas, sus expresiones, sus besos, sus abrazos… es una sensación inolvidable que nada en el mundo puede igualar.

Hoy cerramos las Navidades, nos despedimos hasta el año que viene.

Guardaremos los adornos y sacaremos de nuevo nuestros papeles, preparando nuestra ropa para comenzar una nueva etapa.

Ha sido solo un paréntesis, solo unos días entrañables,  pero que siempre invitan a reflexionar.

Mañana volveremos con fuerzas renovadas, retomaremos nuestros proyectos, inyectaremos de nuevo adrenalina al día, porque lo mejor de todo,  es haber podido celebrar juntos un año más la Navidad.

Hemos cargado nuestros corazones de cariño y de sentimientos y esa es la mejor gasolina para que el engranaje vuelva a funcionar.

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