Gracias a @ManelFMartinez que me ha pasado el enlace, he podido seguir la crisis creada en Twitter con ING Direct, noticia de la que se hace eco el diario El País.

¿Pero qué ha sucedido para que cientos de usuarios de la plataforma increpen a la marca?

Realmente algo que es incontrolable por parte de las marcas, pero vamos a valorar los hechos:

El diario La Razón publicaba en portada un artículo titulado  Los  malos estudiantes agitan la Educación”, «donde acusa a cinco líderes estudiantiles de tener “un pésimo currículum y una clara vinculación con el PSOE y otras formaciones de izquierda «

Un titular y una  información que hacía explotar Twitter,  cuando además mañana están convocadas las  concentraciones para protestar por la subida de las tasas universitarias y los recortes en educación.

A las 11 de la mañana la marca enviaba un primer tweet genérico

Las reacciones al artículo no se han hecho esperar y durante más de 8  horas los twitteros han pedido explicaciones a la marca preguntándoles cómo puede estar su publicidad compartiendo espacio con esta noticia y en algunos casos amenazando con dejar de ser clientes del banco .

La marca ha respondido a cada comentario con una explicación, que en un determinado momento se ha convertido en el mismo mensaje repetido una y otra vez a cada usuario que se dirigía a ella.

Pero ¿Qué puede hacer una marca ante un tema como el referido?

Las marcas planifican su publicidad en un determinado soporte  y en algunos casos incluso compran por adelantado un determinado espacio (normalmente este anunciante utiliza los espacios fijos de los diarios para su comunicación), por tanto es imposible controlar el contenido de las noticias.

Por estar allí colocada su publicidad, no quiere decir que la marca comparta y apruebe los contenidos del periódico, simplemente hacen publicidad en los soportes donde se encuentra su target.

Hacer un periódico y ponerlo cada día de madrugada en los kioskos es un verdadero milagro, conseguido por un gran equipo de personas que se coordinan para conseguir casar en tiempo y forma noticias, publicidad, maquetación e impresión y esto en un periodo de tiempo bastante corto.

Es literalmente imposible poder preguntar a cada anunciante si comparten o no la información que se publica cada día en cada espacio y si les parece bien ligar su publicidad a un determinado contenido.

Si a cada anunciante que comparta espacio con una noticia que no nos guste de un determinado medio le increpamos para que retire su publicidad,  los soportes se morirían, pero no La Razón, todos los diarios, revistas y medios impresos en general, porque no todos comulgamos con toda la información que se publica en ellos y por tanto hoy protestarían unos y mañana otros.

De este modo nunca podrían utilizar los medios informativos para realizar sus campañas.

Hoy ha sido una retorcida y desafortunada noticia en La Razón, pero mañana puede ser en El País, ABC, El Mundo… y qué hacemos ¿les hundimos a todos por presionar a los anunciantes a que abandonen el medio?

La fuerza,  el enfado y la indignación por una noticia como esta, ha de focalizarse contra  el medio concreto que lo publica, no en los anunciantes que lo único que hacen es utilizar los canales disponibles para su publicidad.

Esto no es La Noria que paga a las madres de presuntos asesinos, esto es tan solo una noticia sesgada de un soporte que tiene una ideología determinada que muchos pueden o no compartir , pero que a nadie le puede sorprender porque ya conocemos la cabecera.