¡Cómo somos los humanos!

Ayer leía un artículo en Andalucía Información titulado «Algo más que publicidad»,  donde se explicaba la controvertida campaña de street marketing puesta en marcha por Cruzcampo utilizando como soporte las bicicletas de Sevici sustituyendo las cestas  «por cajas de botellines, vacías, pero auténticas, como las de los bares»

Como todo tema publicitario controvertido me gusta llevarlo a Google + para generar lo que luego son estupendos debates con un grupo de amigos que a su vez generan otros interantísimos temas de opinión ( Manel F.Martínez,  Eva García, Alvaro Santos, Hector RussoJuan Luis Rivero, Pablo Gómez Requena, Salva Castro, Juana Corbalan, Christian Delgado, Amadeo Quilis, Miguel Angel Baeyens de Arce,  interesados en temas de marketing y por supuesto invitando a todo aquel que quiera participar, porque todos ellos son abiertos .

Y la respuesta de Pablo Gómez Requena

«…Por Dios convertirnos en «hombres-anuncios» si ya lo «somos». Alquilamos un coche y llevamos la marca impresa en las puertas; compramos cualquier producto y llevamos la publicidad en las bolsas; Llevamos los logotipos de las marcas en la ropa, un largo etc..»

me ha hecho recapacitar en que se ha ido convertido nuestra sociedad en los últimos tiempos.

¡Las marcas han conseguido dar la vuelta a los argumentos!

Antes una marca regalaba camisetas, gorras y merchandaising de todo tipo  a sus consumidores, para que estos hicieran publicidad cada vez que se colocaban alguno de sus  «trofeos».

En los últimos años y dada esa falsa bonanza que ahora nos trae a todos de cabeza, muchos consumidores terminaron volviéndose locos jugando a destacar o por una vez tener sentido de pertenencia a un grupo, colocándose las marcas de prestigio, primero discretamente y mas tarde a tamaño casi natural (cosa que de verdad me sigue sorprendiendo cuando veo esos  tremendos logos)  pagando por ello precios nada desdeñables.

Hago publicidad de tu marca y no solo no me pagas,  si no que invierto un presupuesto considerable por lucirla.

Todo se podía, todos éramos «ricos» y además había que demostrarlo.

Durante un tiempo esta sociedad ha luchado por enseñar su «llegué, vi, vencí» exhibiendo sus marcas en deportivas, ropa, accesorios, perfumes, casas…

El Mercedes azul marino y el Rolex colocado en la muñeca eran signo inequívoco de haber triunfado y si era necesario, muchos compraban imitaciones (de relojes claro porque todavía de coches no se ha conseguido que si no también). Raro era el españolito que no viajaba al Caribe de vacaciones porque todo se podía y sobre todo contarlo, que si no no tenía gracia.

Reflexionemos pues: como dice Pablo,  cada uno de nosotros somos una marca andante, cierto que los tiempos no acompañan y cada vez serán menos los que de verdad sigan luciendo esas enormes marcas en sus camisas, bolsos, vaqueros… signo tal vez de un pasado que fue y posiblemente nunca volverá para todos,  porque si algo tiene de bueno el presente es que a todos y cada uno nos está haciendo valorar que es realmente lo importante y lo aspiracional está bien como meta, pero siempre que no haga volverse loco a nadie.

Las marcas han jugado exquisitamente su papel y han dado al consumidor aspiracional lo que solicitaba (algo grande y que se vea bien, que no haya dudas), pero poco a poco todo va volviendo a su ser y los logos se irán reduciendo de tamaño hasta casi terminar ocultos en las prendas.