Aun a pesar posiblemente de ser tachada de ñoña, pasada de moda o poco cool, tengo que decir que me encanta la Navidad.
No no, no me gusta el invierno, me encanta el verano, el sol, las pieles tostadas, la luz impresionante y los largos días de verano, pero cuando se acerca la Navidad algo se mueve dentro que me hace aceptar mejor el cambio de estación.
Desde que terminó el verano, no he tenido mucho tiempo de pensar en nada, unas cosas han llevado a otras, cursos, seminarios, conferencias, convocatorias de prensa, planes de marketing, FICOD, el EBE, profetizaciones, viajes, EatsandTwitts… en fín que el tiempo ha pasado tan deprisa que casi no se en que día vivo.
Pero el jueves pasado, antes de acudir a nuestra cita especial con el EatsandTwitts Madrid, tuve un rato libre y me pasé por la plaza de Felipe II.
Un importante grupo de montadores se afanaban en colocar las figuras, vagones de tren, arbolillos y adornos de lo que muy pronto (por la velocidad a la que iban casi seguro que lo inauguran hoy mismo) será la cita obligada de muchos padres estas Navidades.
Ya se que muchos de vosotros, si habéis llegado hasta aquí leyendo, pensaréis que es solo una manera vil de El Corte Inglés de fomentar el consumo, pero yo no lo veo de ese modo.
Creo que en nuestra tradición hasta El Corte Inglés se ha hecho un hueco en estos días. Todavía recuerdo a mis hijos cuando eran muy pequeños con los ojos abiertos como platos, mirando aquellos muñecos móviles que cantaban en Cortylandia, visitando la Plaza Mayor embobados con los colores y los sonidos de panderetas y zambombas.
Pasear por las calles de cualquier ciudad y encontrarte ese familiar olor a castañas recién asadas, a mi al menos me traslada a una feliz niñez.
Y llegar la Nochebuena y encontrarte con toda la familia, con todos los que quieres, aquellos a los que esta vida loca nos impide ver mas a menudo, por las distancias, porque la vida se ha puesto muy difícil y nos ha repartido por diversas provincias españolas.
Nos faltarán muchos seguro, quizás recordemos a alguien que se ha ido durante este año, pero también tendremos muy posiblemente nuevos miembros que se incorporan para que el sentido de familia no se pierda con los años. Vamos pasando el testigo a los mas pequeños para que ellos continúen la tradición.
Madrid se viste de luces, pasear (porque en coche se hace imposible) desde la Gran Via, hasta la Puerta de Alcalá, desde Serrano hasta Goya es increíble en estos días previos al mogollón, donde aconsejo ni acercarse.
Y la gente, es verdad que nada cambia en la esencia, pero al menos por unos días se hace un esfuerzo por parecer mejores personas, por sonreír más, por ser mas amable.
Es como si no pegara ser de otra forma en estas fechas. Así que, aunque sea ficticio, aunque se caigan las caretas cuando la última bola entra en la caja hasta el año que viene, al menos por unos días hemos intentado ser mejores personas y con eso me quedo.
Ya huele a Navidad y en breve estaremos de comilonas con los amigos, de atascos nocturnos, porque sistemáticamente las cenas de empresa se hacen los mismos días. De buscar un taxi debajo de las piedras, porque aunque no va bien la facturación por la crisis y a diario observas cientos de coches libres por la ciudad, estos días los taxistas no dan a basto y al menos dan un respiro a su bolsillo.
Hoy ha amanecido gris en Madrid, el frío es de nieve, las chimeneas empiezan a encenderse y en la calle…¡ ya huele a Navidad!
Querida Fátima,
yo soy una de las personas a las cuales no les gusta la Navidad, o al menos tal y como la tenemos ahora. Desde hace unos cuantos años que la Navidad para mi son la época más triste y solitaria del año, además de la más hipócrita.
y eso que soy soy alguien que creo en los sueños y en la magia.
por suerte estos últimos años me he refugiado en mi trabajo para no sufrir la Navidad.
pero me ha gustado mucho tú articulo.
un abrazo
Hola Andreu:
Creo que perteneces al grupo de mayoría de españoles a los que no les gusta la Navidad.
Cierto es que es una época para muchos triste por las pérdidas producidas a lo largo de su vida, algunas de ellas irreemplazables, pero por otro lado es el fin de un año y el comienzo de uno de nuevo y los que aquí seguimos hemos de dar gracias por poder continuar adelante.
He tenido la suerte de tener una niñez bastante feliz y la navidad en casa con una familia numerosa nos dejó muchos buenos momentos, aun a pesar de que lógicamente el tiempo pasa y muchos seres queridos nos han abandonado
Pero al menos a mis hijos para cuando sean adultos, quiero dejarles ese legado y cuando no estemos, cada vez que llegue la Navidad evoquen buenos recuerdos que les devuelvan a su infancia.
Estoy con Andreu en todas y cada una de sus palabras -su sentimiento con respecto a la Navidad, la disposición a soñar… y la alabanza a tu artículo.
Te felicito además por ese remanso de paz que -se nota- ha ssabido crear a tu alrededor. Enhorabuena!
Por cierto, en Barcelona todavía no huele a Navidad… ni a nada
Fátima, pertenezco, como tú, a los favorecidos por el buen rollo que me trae la Navidad. Supongo que no es casualidad que nuestros padres la vivieran con ilusión enorme y así nos la transmitieran a su numerosa prole.
Por desgracia en mis Navidades se han concentrado históricamente aconteceres íntimos de dolor y gravedad importantes: en mi casa hay poco espíritu navideño desde hace años. Y creo que en tales sucesos mucho ha tenido que ver la hipersensibilidad que nos traen estas fechas. A veces ocurre que poner a flor de piel los sentimientos desemboca en reacciones indeseables. Así que entiendo muy bien los efluvios negativos que la Navidad trae a muchas personas.
Pero yo, a pesar de todo, debo de tener tan en las raíces su benéfico magnetismo que me siguen reconfortando y me estimulan emociones de amor y alegría. ¡Toda una contradicción!
¡Ojalá mi nietecita se pueda apuntar al equipo de los «pro»! La Navidad es fiesta de niños y yo trataré de aportarle lo que mejor sepa. Y que algún día me recuerde en esas fechas con la alegría, el amor y el reconocimiento conque yo te tengo a ti por haber mantenido en la familia, con tu ilusión y tu esfuerzo, lo que nuestros padres nos procuraron. Que la exaltación de los sentimientos que en los próximos días se produce sea para ti y para tu familia totalmente positiva y gratificante. Muchas gracias Fátima,
Carlos
Me lo he pasado en grande con este post.Me parecen unas reflexiones muy ponderadas y oportunas.Bueno voy a ser coherente y voy a seguir,después de cenar,ayudando a hacer el Belén y el árbol a mi hija… Un caluroso saludo pre-navideño.
Buenos días!
No sabes como me alegra que te haya gustado. Ayer también me dediqué a poner el árbol y decorar la casa. Las navidades son de los niños, hay que vivirlas y hay que trasmitir lo mejor a nuestros hijos. Espero que disfrutaras con tu hija porque ella lo recordará siempre.
Un abrazo y Feliz Navidad!
Buenos días Carlos
Las circunstancias de la vida te llevan a dejar de disfrutar tantas cosas que te hacían feliz en la infancia que yo me sigo revelando.
Cada año lucho con un montón de personas que no les gusta la Navidad porque les traen malos recuerdos, les complican la vida, les hace discutir con la familia…. pero al menos por un rato, consigo que esa sonrisa aflore y con eso me quedo.
Creo que si somos capaces de trasmitirles a nuestros hijos y nietos “esa magia” al menos ellos lo disfrutarán y nuestro legado se habrá cumplido.
Quizás como dice Bea mi actitud positiva es porque soy la pequeña de una gran familia (quizás un poco Peter Pan) y viví con intensidad cada Navidad, cumpleaños y santo en nuestra casa. Para mi era una auténtica fiesta!
Por ello siempre he tenido el empeño de que nadie me arruinara mi visión (por mucho que algunos lo hayan intentado durante años) y disfrutar a tope de estas fechas.
Si uno se lo propone la magia vuelve cada año y eso es mucho mas fácil cuando hay niños alrededor.
Estoy segura que se lo trasmitirás a tu nieta con el mismo cariño que la profesas.
Un besote enorme y nos vemos por Navidad!!!
Buenas tardes Concepció
Cuando leo vuestras palabras me dan ganas de ir a buscaros y traeros a mi entorno, no porque sea nada especial sino porque son estos pequeños momentos los que te demuestran que se puede ser feliz.
Te agradezco tu testimonio y te invito junto con Andreu a que cuando vengáis por Madrid, nos tomemos un chocolate con churros o un «bocata de calamares» por el centro, mientras paseamos por las callejuelas imaginando que el mundo es mucho mejor.
Un fuerte abrazo y espero que pronto en Barcelona huela a Navidad! 😉