Tras un largo puente donde muchos de nosotros hemos podido disfrutar del tiempo libre, no queda por menos que reflexionar sobre la eterna pregunta:

Sabemos conciliar el trabajo y la vida familiar? o dicho de otra manera, sabemos conciliar el trabajo con la vida personal?

Cuando uno trabaja en algo que le gusta, con un puesto de responsabilidad, con superiores directos que nos aportan experiencia y conocimientos y además tienes la suerte de hacerlo en una gran empresa, te sumerges en una vida laboral tan intensa que a veces no te das cuenta lo que dejas atrás.

Interminables y maratonianas jornadas de trabajo, donde damos el todo por el todo, donde cuando consigues cerrar un negocio para tu empresa te sientes tan reconfortado, como si lo hubieras hecho para la tuya propia. Te aplaudes, te da el subidón y durante un tiempo te sientes feliz y orgulloso de ser quien eres.  Te sube la adrenalina y quieres más, y apuestas más y te das por completo.

No hay tiempo para las llamadas a los amigos, para felicitar a tus hermanos por su cumpleaños (quién no se ha dado cuenta a las 11 de la noche que finalmente no había llegado el momento de realizar esa llamada), de visitar a tu madre mas a menudo, de ir a la fiesta de navidad al cole de los niños porque puf… coincide con la convención de cierre de año y hay que presentar los resultados de tu área y el plan comercial del año que viene y tienes que ver a los delegados y la comida/cena de empresa…

Cuanto tiempo invertido? cuantos puestos ascendidos? y cuantos dolores de cabeza y de estómago nos llevamos a casa?

Y de repente paras, la vida te da un respiro, te coloca al otro lado y te sientes derrotado.

De que ha servido tanto esfuerzo?

Pero recapacitas, haces doble lectura y empiezas a darte cuenta que todo tiene su tiempo. Que el trabajo es muy importante, que te da parte de la felicidad que te acompaña, que te sirve para crecer … pero todo en su medida. Hay que pararse a tiempo y no descuidar lo que realmente somos, aprovechar lo que el trabajo nos ofrece para vivir mejor. Darnos a la empresa a tope, pero preservar nuestra parcela de tiempo personal.

Compartir tiempo con los nuestros, cuidar nuestras amistades, conocer nuevos lugares, atender nuestro cuerpo y nuestro espíritu lo mejor que podamos porque es nuestro pasaporte para el mañana.

Por tanto conciliemos, pero de verdad lo laboral y lo personal para poder llevar una vida plena y poder tocar la felicidad.

  • Fátima,

    Me ha encantado tu artículo porque soy de los que creen que debemos defender la conciliación con una firmeza extrema, quizás porque soy de una generación en la que lo normal era pasarte más de 12 horas en el trabajo con todo lo que perdías por el camino.

    En el momento actual creo que es absolutamente factible progresar y obtener resultados para nuestras compañías encontrando el tiempo necesario para compartir con los nuestros, incluso creo que con un equilibrio entre lo profesional y lo personal todavía podemos ser más productivos (es lo habitual en otros países)

    Debo decirte que también soy de los que he olvidado fechas importantes y hechos imperdonables por estar absolutamente centrado en el trabajo.

    Hace tiempo publiqué un artículo «Un cuento para reflexionar» que en algunos conocidos tuvo un gran impacto, espero que lo hiciera en todos los que lo leyeron y empecemos a cambiar algunas cosas.

    Gracias por la reflexión.

  • Gracias Juan Ramón.
    Lo malo es que nos damos cuenta de ello tarde, pero lo importante es darse cuenta y demostrar que la efectividad no está ligada a las horas de permanencia en e puesto de trabajo

  • Querida Fátima, una vez más muchas gracias por tus muy interesantes reflexiones y por la ocasión que ofreces de hacer las propias. Ahí va el modesto resultado de las mías.

    Desde mis primeros recuerdos tengo situado al trabajo en la esfera de la maldición bíblica. No creo que no me gustase estudiar sino que mi curiosidad y mi interés coincidían raramente con los temas o momentos que la autoridad decidía. Recuerdo pues esa primera fase más como sometimiento a la necesaria disciplina que al gusto espontáneo y libre. Me esforcé y conseguí recorrer la larga etapa con más éxito que fracaso. Pero no guardo la sensación de haber trabajado en el estudio de lo que quería (¿qué quería?) ni cuando lo quería.
    Proviniendo del estudio, inicié mi vida laboral bastante pronto. Y en ella sigo aún. Larga vida laboral por tanto pues comienzo a olvidar cuándo cumplí los sesenta. En ella creo haber tenido la suerte inmensa de desenvolverme en el ámbito de los libros, tan especialmente querido por mí. Inmensa suerte también de haber tenido ocasión de conocer y colaborar con muchos y enriquecedores colaboradores (pares, subordinados y jefes). De muchos de ellos me he nutrido de conocimientos científicos y, sobre todo, humanos. He tenido la suerte inmensa de vivir apasionadamente mi trabajo, inconsciente en el fragor de las batallas de la remuneración económica que comportaba. No es desdeñable decir que (hasta hoy) el empresario me ha remunerado económicamente de forma suficientemente equitativa. El empresario (hasta ayer) ha sido además un profesional extraordinario de la actividad.
    ¿He podido conciliar mi vida laboral con mi vida privada? He tenido la fortuna inmensa de participar en la creación de una familia excelente para cuya formación y desarrollo ha sido clave desde luego la remuneración económica por mi trabajo. Mi maravillosa esposa, espléndidos hijos y nieta tiernamente embriagadora son un tesoro inmenso que me han ahormado y espero que puedan seguir haciéndolo durante tiempo. Y me sigo sintiendo profundamente familia de la que formaron mis queridos padres; por cierto, con éxito inmenso porque mis cinco hermanos vivos son extraordinarios. Y, entre las escasísimas cosas de las que puedo presumir, está haber tenido unos amigos magníficos, personas inusuales que me han enriquecido con exuberancia.
    Parece evidente que soy un raro afortunado, que he podido conciliar mi vida laboral. Pero en una medida enorme es un espejismo, pura autodefensa por evitar el dolor de valorar lo que dejé de hacer (o sentir, o escuchar, o ver, o saborear, o llorar, o reir, … ¡o vivir!) en atención a mi trabajo. Y, honradamente, en esto no me considero, ni mucho menos, de los mas errados. He conocido y conozco muchos que actúan como convencidos de que la vida humana es el trabajo. ¡Error de dimensiones ciclópeas! El trabajo laboral tiene un origen maldito sin duda y, puesto que es muy raro poder prescindir de él, en nuestro esfuerzo, inteligencia y habilidad está darle forma de gratificación más allá de los dineros sin caer en las trampas que constantemente nos tienden la vanidad y la soberbia.
    ¿Y qué decir si el caso fuera el de tantas personas para las que la actividad laboral no es cosa distinta que un infierno inevitable o una esclavitud permanente que se convierte en la actividad única de sus vidas? Aquí, me quedo sin palabras.

  • Me encanta comprobar que el parón te esta descubriendo la vena escritora, que practicas con cierta brillantez. Por favor no lo dejes.

  • Me encanta que me sigas y dejes tus aportaciones, sobre todo porque eres la voz de la experiencia. Además tu suerte ha sido que tu empresa ha conservado contigo el talento, lo que demuestra que al menos alguien dentro de ella ha sido inteligente.
    No dejes de escribirme porque seguiremos aprendiendo

  • Estupenda reflexión, me has hecho recordar que esta mañana tenía que llamar a mi casera… Nada, otra semana más durmiendo en el suelo porque no consigo sacar el tiempo para arreglar mi vida personal y sustituir mi viejo somier roto. Frivolidades aparte, ¡cuánta razón tienes! es increíble lo complicado que resulta decidir si apuestas por tu crecimiento profesional o por la estabilidad personal. Pareciera que al final, inevitablemente, la víctima es uno mismo. Ahora, siendo optimistas: la vida podría ser mucho más sencilla pero qué divertido resulta complicarla 😉
    Un abrazo,
    Valeria
    PD. Me alegra decirte algo en más de 140 caracteres

  • Valeria, me encanta desvirtualizarte un poquito mas si cabe. La verdad es que efectivamente en el fondo nos gusta complicarnos la vida. Pero dicen que es cuestión de saberse organizar, asi que voy a ver si encuentro un master a la medida. Si lo encuentro te aviso :d Gracias por leerme y por tu comentario

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